Dentro de los artículos de Brad Mehldau que estoy publicando, en esta ocasión el mismo gira en torno a la faceta de proyectos a dúo que el pianista norte-americano ha llevado a cabo. Este artículo salió publicado en su momento en la revista Más Jazz.
BRAD MEHLDAU: EL ARTE DEL DÚO
Brad Mehldau es en la actualidad, uno de los músicos más respetados y más importantes de la escena jazzística, no solo norte-americana, sino también mundial. Es reconocido como una de las grandes figuras del piano, y ha dejado de ser la gran promesa que se tenía sobre el mismo, ostentando una abultada discográfica como líder, en donde predominan las grabaciones con su trío, con una primera formación integrada por Larry Grenadier y Jorge Rossy, para pasar a su más reciente agrupación con el mismo contrabajista, pero con el cambio del baterista catalán, por el de Jeff Ballard. Asimismo, cuenta con dos grabaciones en solitario, y se espera una tercera en breve. Mehldau ha contribuido también, en innumerables grabaciones como artista invitado o como “sideman”, lo que le ha permitido participar con algunos de los mejores músicos de jazz; entre otros citar a Joshua Redman, Pat Metheny, Charles Lloyd, John Scofield, Lee Konitz, Charlie Haden, Kurt Rosenwinkel o Michael Brecker; y ha participado en un buen número de bandas sonoras y ha compuesto, la estupenda y poco valorada, “Ma femme est une actrice”.
No cabe duda que la formación a trío es el grupo en donde Mehldau, por naturaleza, se encuentra más a gusto a nivel musical, con la particularidad que cuando aparecieron las grabaciones con su formación, se llegaron a nombrar con el pretencioso título de “El arte del trio” (The Art of the trio), queriendo de forma expresa apartarse de un buen numero de importantes formaciones que en este formato a lo largo de la historia del jazz, han dejado su impronta musical, y como si con el mismo quisiera dejar las cosas claras de buen comienzo. A Mehldau la crítica le ha comparado desde un principio, de forma constante y repetida, con uno de los más grandes pianistas de todos los tiempos, Bill Evans, y más concretamente con su trío. Mehldau siempre se ha sentido incómodo con estas comparaciones por parte de la crítica especializada, lo que nos hace preguntarnos, ¿como es posible que un músico en la actualidad, se pueda abstraer de toda la gran tradición del piano americano en el jazz, desde Bud Powell, Bill Evans, McCoy Tyner o Keith Jarrett, tan sólo por citar algunos nombres? La respuesta es fácil y sencilla, es imposible.
Pero la concepción musical de Mehldau desde los inicios de su trío, y de los cinco volúmenes de su “Arte del trío”, ha evolucionado de forma clara y ostensible, quedándose reflejada en todos los proyectos en donde participa. Pero en lo que muy pocos aficionados se han dado cuenta, es que Mehldau trata de desplegar sus pensamientos e ideas musicales a través de formatos estilísticos bien distintos, que le permiten explorar y dar rienda suelta al enorme caudal creativo que Mehldau lleva dentro. Esto es lo que ha ocurrido con las formación a dúo, en donde el pianista americano ha ido exponiendo sus estímulos creativos, y que le ha permitido reunir un buen número de grabaciones (algunas de ellas como acompañante y otras de líder), y que han quedado plasmadas este mismo año en la extraordinaria colaboración con Pat Metheny para la casa discográfica Nonesuch Records.
En estas grabaciones a dúo, se pueden apreciar diversos aspectos interesantes a tener en cuenta y dignas de resaltar. En todas ellas, por el tipo de formación reducida que se trata, existe un basto espacio para desarrollar nuevas ideas y conceptos por parte del pianista (algunos de ellos perfectamente reconocibles de su estilo más personal, en concreto, el gusto por la melodía y por las atmósferas intimistas con una clara tendencia romántica); en muchos casos la existencia de una fuerte empatía musical con el músico que acompaña; la experimentación de nuevas vías de expresión estilísticas a tenor de los distintos instrumentos que le acompañan (saxo tenor, piano, contrabajo, voz o guitarra), y principalmente, mucha música por descubrir y redescubrir, y por añadidura para disfrutar.
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Brad Mehldau (Foto de Carmen Llussà) |
La primera participación a dúo reflejada a nivel discográfico, la podemos encontrar en la grabación “Close Enough for Love” (Universal, 1994), en donde acompaña a la vocalista holandesa, Fleurine, (en la actualidad su esposa). Esta grabación producida y arreglada por Brad Mehldau y Fleurine (y se podría decir que, cuidada hasta los detalles más pequeños, a tenor que el propio pianista se encarga de los arreglos de la sección de cuerdas que participan en tres temas, así como la elección del repertorio a interpretar), refleja lo que será en un futuro las acepciones musicales de Mehldau, y en concreto un punto de vista musical profundo en sus interpretaciones; gusto por temas provenientes del pop, el rock y la música culta; un estilo a la hora de interpretar particular e instintivo; concepción y desarrollo de ideas simples y repetitivas a lo largo de la interpretación que son cambiadas y reelaboradas (ello provoca que toque una nota o sucesión de notas con una mano, para acto seguido improvisar con total libertad con la otra, y que conlleva como resultado final una conjunción de ideas que según el tono de la composición pueden resultar románticas o cargadas de melancolía); visión introspectiva y romántica, así como el despliegue de la técnica de independencia de manos, más propia de pianista clásico que de un músico de jazz, lo que comporta una destreza virtuosa y preciosista como pocas veces puestas de manifiesto por un pianista de jazz (a excepción de Keith Jarrett). En esta grabación, Fleurine y Mehldau interpretan temas R. Davies y Roger Hodgdon (componentes del grupo Supertamp), de Jimi Hendrix, de Antonio Carlos Jobim, de Michel Legrand, o de Pat Metheny (el clásico tema “Better days ahead” del álbum A Letter from Home) y diversos temas del propio pianista y en donde Fleurine les pone letra (uno perteneciente al álbum Elegiac Cycle y otro de Songs). Lo interesante de estas interpretaciones, es percibir el carácter intimista de los temas desarrollados (con una Fleurine más que correcta en los diferentes lenguajes que interpreta, portugués, inglés o francés), la personalidad desbordante del pianista tanto en los momentos en donde toca en solitario como en el acompañamiento de la cantante, y ante todo el triunfo de la melodía. Esta primera grabación a dúo, y con una vocalista, va a poner los cimientos de las diversas colaboraciones en este tipo de formato. La intervención con Fleurine se volvería a repetir en su siguiente grabación Fire, pero esta vez la participación de Mehldau se limitó a una aportación en varios temas, pero sin llegar a los interesantes resultados conseguidos con la grabación que hemos comentado.
La siguiente colaboración a dúo es la protagonizada con el saxofonista Joel Frahm, Joel Frahm with Brad Mehldau, Don´t Explain (Palmetto Records, 2004), un disco por extrañas circunstancias bastante desconocido por parte de los aficionados, pero con interesantes planteamientos musicales por parte de Mehldau. La presente grabación nace como resultado de la amistad que se profesan ambos músicos desde que tenían 15 años, circunstancia esta, que conlleva que se conozcan a la perfección, debido a las vivencias, estudios y actuaciones que desde jóvenes llevaron conjuntamente, lo que posibilitó finalmente que en el año 2001, pudiesen entrar en un estudio de grabación, para realizar el presente proyecto. Lo primero que observamos de esta colaboración es que, de los diez temas grabados, tan sólo hay un tema de autoría por parte del saxofonista, mientras que el resto son standards y temas de T. Monk (en concreto, dos versiones de “Round Midnight”), de S. Rollins (”Oleo”), o de O. Coleman (”Turnaround”). La música que se obtiene de los temas interpretados se percibe desprendida, por momentos oscura, con pasajes de libre improvisación, pero con ciertas dosis de swing. Ante tanto espacio para crear música, Brad Mehldau se multiplica, alternándose las veces de intérprete solista, de acompañante del saxofonista o como el funcionamiento de una completa sección rítmica. El pianista que se puede escuchar en esta grabación, es menos melodioso de lo que los aficionados conocen, utilizando por el contrario grandes dosis de experimentación y de expresividad. Esta grabación a dúo con el saxofonista Joel Frahm, permite descubrir facetas bien distintas de las habituales de Mehldau, y disfrutar de un músico libre para crear disonancias y texturas musicales.
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Brad Mehldau (Foto de Carmen Llussà) |
Otra colaboración a dúo digna
de mención es la protagonizada por Brad Mehldau en el disco de debut del
contrabajista polaco Darek Oleszkiewicz, Like
a Dream (Cryptogramphone, 2004). En esta ocasión, los cinco temas iniciales
del compacto son desarrollados en exclusiva con el pianista americano. El
repertorio escogido para esta grabación es bien distinto al anterior, todos los
temas que se interpretan son originales de Oleszkiewicz, a excepción del standard “You don´t know what love is”. Para esta grabación, Mehldau se
presenta como el compañero perfecto del contrabajista, quien parte de unas
composiciones exquisitas, con claras atmósferas románticas, en donde las líneas
melódicas y líricas (con cierto aire melancólico) son las protagonistas del
desarrollo musical que se obtiene. Ante este contexto, Mehldau se encuentra
“como pez en el agua”, permitiendo una conversación de igual a igual con su
compañero, y en donde cada uno de los dos músicos participa de la improvisación
que se lleva a cabo, ofreciendo como resultado final un conjunto orgánico de
escucha, triunfando de forma inapelable la sensualidad, el lirismo y la
melodía.
De la colaboración que ha tenido Brad Mehldau a lo largo de su carrera musical con diversos contrabajistas, hay que señalar una especialmente fructífera, (principalmente en el formato de trío), la de Larry Grenadier. Con este contrabajista ha tocado en diversos contextos, (en la actualidad se encuentra presente en su último proyecto junto a Pat Metheny y Jeff Ballard), lo que le ha permitido colaborar en formato de dúo. Para comentar en relación a esta mutua colaboración hay que recurrir a la discografía pirata de Brad Mehldau (conocidos popularmente en su acepción inglesa como, bootlegs). Cualquier buen aficionado al pianista tendrá conocimiento de la extensa y nutrida discografía pirata que hay del mismo, y para su desespero en todo tipo de formatos, a piano solo, dúos, tríos y cuartetos. Dentro de este extenso mar de grabaciones existe una de especial interés, se trata de la grabación de un concierto llevado a cabo en la ciudad alemana de Colonia, el 28 de Abril de 1999; en concreto el dúo formado por Brad Mehldau y Larry Grenadier. La música que conforma este concierto es particularmente vigorosa, Grenadier es un músico generoso a la interpretación y de no conformarse con un papel de mero acompañante, sino todo lo contrario; de contribuir con poderosas frases musicales, muchas de ellas muy elaboradas, lo que proporciona un enorme caudal de ideas que sirven de base (o en según que momentos, de complemento) a Mehldau, para construir su propio diálogo. El piano de Mehldau en esta grabación es exigente, aguerrido y complicado, no sólo en los momentos que actúa como solista, sino también como acompañante; desplegando grandes recursos interpretativos, con un sonido potente y por momentos reiterativo y obsesivo (característico del “estilo Mehldau”), lleno de improvisaciones y donde uno de los rasgos más personales del mismo, como es el de la melodía, es sustituida en muchos momentos por una interpretación fluida, arrolladora y muy poderosa (sólo hay que escuchar el tema “London Blues” como ejemplo). Todo ello hace que, el dúo Mehldau y Grenadier se convierta en una conversación empática, vertiginosa y exigente, lo que conlleva y demanda al aficionado, una escucha atenta y precisa, con el fin de no perder detalle sobre la música que extraen ambos músicos. Un documento sonoro que bien vale la pena buscar, a pesar de la dificultad que ello comportará, pero que como todo preciado tesoro, ofrecerá una buena recompensa.
Es en los últimos años, en donde el genio creativo de Brad Mehldau se ha exprimido al máximo, al participar en varios proyectos a dúo de considerable relevancia, uno como líder (junto a Renée Fleming) y otro como co-líder (junto a Pat Metheny). Para el primero de ellos, partiendo de una concepción completamente distinta de los anteriores proyectos comentados, Mehldau se embarca en una grabación que hoy en día muy pocos músicos se encuentran en condiciones de llevar a cabo. Un disco pensado sin actitudes jazzísticas, sin improvisaciones, un trabajo en términos de música culta, tanto en la forma como en el contenido. Interesante por no decir espectacular, el disco publicado por Brad Mehldau con la colaboración de la soprano norte-americana Renée Fleming, (Brad Mehldau and Renée Fleming, Love Sulime –Nonesuch, 2006-). Hay que afirmar de inicio, que la escucha de este disco no resulta fácil a los aficionados del pianista, y a buen seguro, que más de un seguidor de Mehldau se encontrará cuanto menos, sorprendido así como abrumado por su faceta creativa. Para la presente grabación, Mehldau ha preparado un repertorio musical y vocal que se puede encuadrar dentro de la estética clásica y contemporánea. Clásica, por el planteamiento musical utilizado del piano y de la voz, y que de alguna manera rememora la forma musical del “lied” alemán, (el término “lied” hace referencia a un tipo de canción en habla alemana que floreció y tuvo su auge en el Romanticismo del siglo XIX y que se proyectó en la primera mitad del siglo XX. Dos fueron los factores que contribuyeron al éxito del lied, por una parte el apogeo y el protagonismo del piano en esa época, y, por otra, el auge que alcanzó la poesía. Fueron especialmente los compositores alemanes y austriacos, los que encontraron en la poesía alemana una fuente de inspiración para crear canciones, que sirvieron para expresar líricamente el significado de los textos poéticos, con exquisiteces tanto idílicas, melódicas como armónicas.) Y contemporánea, por el tratamiento (a veces poco accesible) del piano, más cerca de la línea de la Segunda Escuela de Viena (en donde ostentaron un papel fundamental, Arnold Schönberg, Alban Berg y Antón Webern), aunque con un trabajo mucho más enfocado al uso de la tonalidad que a la utilización de diferentes y cambiantes acordes a que nos tiene acostumbrado Mehldau.
Ante este planteamiento, el grueso de la presente grabación se encuentra conformado por unos temas basados en los poemas del poeta alemán Rainer Maria Rilke “The Book of Hours: Love Poems to God”. Junto a estas canciones, encontramos el añadido de otros tres, basados en los poemas del escritor americano Louise Bogan “The Blue Estuaries”, para finalizar con un tema escrito por la mujer de Mehldau, Fleurine, y que da título al trabajo. La música que acompaña a estos poemas se halla compuesta por el propio Mehldau, encontrando su respaldo creativo en un estilo romántico propio de músicos como Schubert, Schumann, Beethoven e incluso Brahms (uno de los autores que más admira el pianista americano). Son en los poemas de Rainer Maria Rilke, donde se puede apreciar la parte más rica y creativa de este proyecto, (y de quien ya utilizó material para su primer disco a piano sólo “Elegiac Cycle”), en donde podemos apreciar, momentos minimalistas y con una fuerte carga religiosa como el tema “Your First Word Was Light”, circunstancia esta producida por la interpretación a base de acordes del piano de Mehldau junto a una interpretación oscura y desoladora de la soprano Renée Fleming, que confieren una lectura un tanto lúgubre y tortuosa, pero muy interesante. También es posible apreciar al Mehldau más reconocible a nivel rítmico-armónico en el tema “I Love The Dark Hours Of My being”, al más claro estilo del tema de Nick Darke “Things Behind The Sun”, o por el contrario influencias claramente expresionistas, que permiten a la soprano interpretaciones con una fuerte carga emocional, profundas, llenas de sentimiento y con una dicción, por momentos cristalina.
Por lo que se refiera a la interpretación de Brad Mehldau apuntar que a lo largo de la grabación, demuestra una técnica seductora, desprovista de los planteamientos jazzísticos que se le conocen, llenos de tonalidades o de acordes, que demuestran una composición de los temas por momentos muy estructurada, pero no por ello desprovista de ciertos momentos melódicos o rítmicos, pero con un evidente contraste entre la simplicidad melódica y la interpretación expansión. El trabajo discográfico se cierra con el tema más convencional de todos los que son interpretados (“Love Sublime”), y por ello más reconocible del estilo pianístico de Mehldau, con una musicalidad bella y provocativa, y con ciertas dosis de improvisación. Señalar por último y en referencia a este trabajo a dúo que, la pulsión creativa de Mehldau va más allá de la música creada o interpretada, y por tanto el arte u obra artística que trata de desplegar es resultado de un estado de riesgo al alcance de muy pocos artistas en la actualidad, y que demuestra de una forma clara que se encuentra en un estadio creativo muy diferente al de otros músicos.
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Brad Mehldau (Foto de Juan Carlos Abelenda) |
La siguiente colaboración de gran relevancia en formato de dúo, ha sido la grabación llevada cabo este mismo año con Pat Metheny, Metheny/Mehldau (Nonesuch, 2007). Esta colaboración tanto esperada como deseada por muchos aficionados, parte de una admiración mutua de cada músico, y de un profundo conocimiento de la obra musical de cada uno (bien reflejo de ello, son los comentarios que podemos leer tanto de Mehldau como de Metheny, en la carpetilla interior del compacto). El presente trabajo discográfico se encuentra conformado por diez temas, dos de cuales son con la sección rítmica del trío del pianista –Larry Grenadier y Jeff Ballard-, aunque la parte primordial e importante es el trabajo a dúo confeccionado entre piano y guitarra. Las composiciones que aportan a este proyecto tanto Metheny como Mehldau, demuestran el mundo musical que han expresado cada uno individualmente a lo largo de su carrera, siendo importante resaltar que la unión de estos dos estilos no se lleva a cabo de una forma tajante o forzada (circunstancia que a veces provoca que la personalidad de uno de los músicos pueda quedar borrada o debilitada, hasta el punto de no ser reconocible), sino que se han armonizado a la perfección, con el fin último de conseguir como resultado la realización de una creación sofisticada, altamente creativa y expansiva, con una interconexión por momentos telepática. Dentro de estos planteamientos es importante señalar el especial tratamiento rítmico interno que posee cada composición, y que posibilita que cada músico participe y proporcione ideas a su compañero, y no se vaya en contra de la música ejecutada. Para este proyecto Mehldau despliega sus mejores armas interpretativas, y en concreto una descarga musical llena de sensibilidad, lirismo y buen gusto, un toque sofisticado en la manera de tocar el piano, así como una interrelación rítmica con Pat Metheny difícil de conseguir con otros músicos, que proporciona una música que se disfruta de forma inmediata, y que obligará al aficionado a una escucha detenida y reiterada de la misma.
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Brad Mehldau (Foto de Carmen Llussà) |
Para acabar con las participaciones a dúo protagonizadas por Brad Mehldau, es necesario señalar la reciente publicación en compacto de la serie Piano Jazz de Marian McPartland, Piano Jazz McPartland/Mehldau (Concord Music, 2007), extraída de la National Radio program. Hay que señalar que en esta serie de grabaciones presentadas por la pianista británica Marian McPartland, conversa con el músico invitado y realiza diversas interpretaciones. En este caso el invitado se trata de Mehldau, y la conversación permite hablar de la carrera del pianista, así como de sus influencias (tanto clásicas como jazzísticas). En esta grabación (que data del año 1996) hay tres temas interpretados a dúo entre Mehldau y McPartland, “Stella by Starlight”, “I see your face before me” y “No particular blues” (este último, en coautoría entre los dos pianistas). A pesar de la antigüedad de esta grabación, la interpretación a dúo con dos pianos sin ser excelsa, no deja de tener su interés. La interpretación de estos temas los llevan a cabo desde un punto de vista excesivamente académico y tradicional, sin excesivas ornamentaciones y apoyándose musicalmente el uno en el otro. Sin ser estas interpretaciones nada espectaculares, por el contrario demuestran una visión experimental por parte de Mehldau, que se ha ido perfilando y aumentado a lo largo de los años.
A pesar de existir pocas referencias sonoras de formaciones a dúo de Mehldau con otros músicos, a excepción de las aquí comentadas, por el contrario se tiene conocimiento que el pianista las lleva a cabo de forma regular en conciertos y festivales. Este mismo año Mehldau ha tocado con este tipo de formación en el Blue Note de Nueva York, con el contrabajista Charlie Haden, así como el que había sido su antiguo profesor, el excepcional y muy poco valorado pianista Fred Hersch, lo que viene a demostrar de una forma clara que Brad Mehldau, con este tipo de formación, lleva a cabo una liberación de la formación en trío, como una expansión musical en donde da salida a sus pensamientos más creativos y conceptuales.
Con sus interpretaciones a dúo, Mehldau pretende adquirir una posición mucho más distante de la música o de la propia ejecución, y en donde el acto mismo de la interpretación musical se encuentra más allá de su propio instrumento, disponiendo de un basto espacio para desarrollar sus ideas, y en donde silencio, espacio y música, forman parte de un todo que sirve de expresión. Brad Mehldau con todo ello une creación y diálogo; diálogo entre acompañante y el piano, pero ante todo un diálogo consigo mismo, con su propia personalidad, con su propia idiosincrasia, y que le permite situarse muy por delante de otros músicos.